Comprendía que “pedir” era todavía los últimos restos de un mundo nombrable que cada vez se volvía más remoto. Y si yo continuaba queriendo pedir era para aferrarme a los últimos restos de mi civilización antigua, aferrarme para no ser arrastrada por lo que ahora me reinvindicaba. Y a lo que -en un gozo sin esperanza-, me abandonaba ya, ah, quería ya abandonarme, haber experimentado era ya el comienzo de un infierno de querer, querer, querer- Mi voluntad de querer, ¿era más fuerte que mi voluntad de salvación?
Cada vez más, no tenía yo nada que pedir. Y veía, con fascinación y espanto, los trozos de mis ropas podridas de momia caer secas al suelo, y asistía a mi transformación de crisálida en larva húmeda, las alas, poco a poco, se encogían chamuscadas. Y un vientre todo nuevo y hecho para la tierra, un vientre nuevo renacía.
Cada vez más, no tenía yo nada que pedir. Y veía, con fascinación y espanto, los trozos de mis ropas podridas de momia caer secas al suelo, y asistía a mi transformación de crisálida en larva húmeda, las alas, poco a poco, se encogían chamuscadas. Y un vientre todo nuevo y hecho para la tierra, un vientre nuevo renacía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario