Esta vez enmendamos las torpezas y premuras de los primeros encuentros, haciéndonos más dueños de la sintaxis de nuestros cuerpos. Los miembros van hallando el mejor ajuste; los brazos precisan un más cabal acomodo. Estamos eligiendo y fijando, con maravillados tanteos, las actitudes que habrán de determinar, para el futuro, el ritmo y la manera de nuestros acoplamientos. Con el mutuo aprendizaje que implica la fragua de una pareja, nace un lenguaje secreto. Ya van surgiendo del deleite aquellas palabras íntimas, prohibidas a los demás, que serán el idioma de nuestras noches. Es invención a dos voces, que incluye términos de posesión, de acción de gracia, desinencias de los sexos, vocablos imaginador por la piel, ignorados apodos -ayer imprevisibles- que nos daremos ahora, cuando nadie pueda oírnos. Hoy, por vez primera, R me ha llamado por mi nombre, repitiéndolo mucho,como si sus sílabas tuvieran que tornar a ser modeladas - y mi nombre, en su boca, ha cobrado una sonoridad tan singular, tan inesperada, que me siento como ensalmado por la palabra que más conozco, al oírla tan nueva como si acabara de ser creada. Vivimos el júbilo impar de la sed compartida y saciada, y cuando nos asomamos a lo que nos rodea, creemos recordar un país de sabores nuevos.
Gaby, precioso esto, me va a servir para mi tesis...yuju...;)
ResponderEliminares que lo eróstico es tan tan!!!
ResponderEliminar(después voy a agregar más cositas)
¿De qué libro es esto, Gaby?
ResponderEliminarEs de la novela Los pasos perdidos. Te la puedo prestar cuando vengas...
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