Al otro día le pidió a Sofará que lo llevara a pasear y se quedaron en las matas hasta la boca-de-la-noche. No bien había tocado la hojarasca el chamaco y ya estaba convertido en un príncipe fogoso. Juguetearon.
Después de juguetear tres veces, corrieron matorrales fuera, haciéndose fiestas el uno al otro. Después de las fiestitas de codearse, hicieron las cosquillejas, luego se enterraron en la arena y hasta se quemaron en llamaradas de petate, eso fueron las muchas fiestas. Macunaí, agarró un tronco de copayero y se escondió detrás de una pirañera. Cuando Sofará vino corriendo, le dio con el palo en la cabeza suya. Le hizo una brecha tal que la patoja cayó retorciéndose de risa a los pies de él. Lo jaló de una pierna. Macunaíma gemía de gusto aferrándose al tronco gigante. Entonces la muchacha le tarascó el dedo gordo del pie suyo y se lo tragó. Macunaíma chillandode alegría tatuó el cuerpo de ella con la sangre del pie. Después estiró los músculos irguiéndose en un trapecio de bejuco y a base de saltos alcanzó en un tris la rama más alta de la pirañera. Sofará trepaba más. El gajo finito se colocó oscilando con el peso del príncipe. Cuando la joven llegó también al tope juguetearon otra vez columpiándose en el cielo. Después de juguetear, Macunaíma quiso hacer una fiesta en Sofará. Empinó todo el cuerpo con la violencia de un empujón, pero ya no pudo seguir. La rama se tronchó y ambos se desprendieron dando trastumbos hasta amasijarse en el suelo. Cuando el héroe dejó de ver estrellitas, buscó a la muchacha a su alrededor y no estaba. Iba enderezándose en su búsqueda, cuando de un gajo bajo, encima suyo, el terrible bramido del puma perforó el silencio. El héroe se acurrucó de miedo y cerró los ojos para ser comido sin ver. Entonces se escuchó una risita y Macunaíma se llevó un escupitajo en el pecho. Era la moza. Macunaíma empezó por tirar piedras en ella y, cuando la hería, Sofará gritaba de excitación tatuando el cuerpo de abajo con el chisgueteo de sangre. Al final, una piedra rajó la comisura de los labios de ella y le molió tres muelas. Ella saltó de la rama y guác! cayó en la barriga del héroe que la envolvió con todo el cuerpo aullando de placer. Y juguetearon otra vez más
pero qué ballet tan bello
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guác!
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