Sólo a él le he escuchado la singular frase con que siempre nos
despedía: Traten de estar bien. Era casi un pedido, algo así como una
apelación infinitamente tierna y delicada: un llamado a nuestra
posibilidad de ser a pesar de todo. Era como si nos recomendase: “Hagan
también lo posible, aunque persigan lo imposible”. Y a veces agregaba
una exhortación conmovedora, que sintetizaba de algún modo su mejor
deseo y una recóndita nostalgia: Acompáñense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario