Amo los gestos imprecisos,
al que tropieza,
al que derrama un vaso,
al que no recuerda,
que es distraído, el centinela
que no puede evitar la leve
palpitación de los párpados;
les tengo cariño
porque veo en ellos el temblor,
el conocido tintineo
del mecanismo roto.
Calla el objeto intacto, no tiene voz,
sólo movimiento. Aquí, en cambio,
falló el artefacto,
el juego de las partes,
se desprende una pieza,
se delata.
Adentro algo baila.

No hay comentarios:

Publicar un comentario