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El lago no es el espejo de la costurera engalanándose para el baile, es el lugar oscuro del que nace ese deseo que se ignora. La muerte infecunda es el término de este movimiento de un cuerpo que se retira a la pura mirada y la pura escucha del lugar y el nombre de su deseo "el rostro como sepultado en la inmensidad de sus propios ojos [...] " ella quería dejar este mundo para entrar completamente en mis ojos y mis oídos, se inclinaba sobre mí como una chiquilla sobre un lago, deseosa de hallar su propia imagen a riesgo de ahogarse" (1). En este deseo mortal de descifrar su imagen -su enigma- en la mirada y la palabra del otro, un Michelet -pero también un Hugo, un Proudhon o un Zola- se reconocerían la perversión que amenaza de manera similar a la mujer o al obrero que se extravia: la afición a un goce singular experimentado en la mirada y la palabra del otro -como el goce que experimentaron antaño Désirée Véret, Reine Guindorff y sus hermanas costureras ante la predicación sansimoniana - a riesgo de encontrar la muerte al final de su deseo- del deseo del otro-, de ahogarse en él, como Reina la costurera, no ya en la mirada del otro sino en las aguas frías del Sena. (2)
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(1) Rilke a Marie de la Tour et Taxis, 21 de marzo de 1913, Oeuvres 3, Correspondance, París, Ed. du Seuil, 1976, pp 242
(2) Vease J Rancière, La nuit des proletaires, París, Fotard, 1981
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Ella es "sin futuro", pura mirada y pura escucha que, buscando descifrarse en la mirada y la voz del poeta, lo reenvía a su propio enigma, a su propia soledad, a esa montaña de piedra en la que es preciso avanzar hasta no tener ya otra esencia que la piedra, resistiendo al deseo siempre renanciente de que alguien , alguna mujer amante, venga a depositarlo en una pradera florecida de ciclámenes.
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Rilke a Magda vion Hattingberg, 4 de febrero de 1914, Correspondance, p 262
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"dejar irse a las cosas y echarles una mirada cada tanto"
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Lo que es posible es dar al otro espacio, silencio, las condiciones de maduración de su propio fruto, de su propia muerte. Paridor de la muerte, cada cual puede serlo solamente por cuenta propia. La vida de la muerte no se transmite, no se enseña, no hace historia. La maduración de la muerte es la obra solitaria de cada uno.
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No se conocen los dolores,
no se aprende el amor
y lo que, en la muerte, nos aleja
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no es rele...(?)
sólo el canto viviente
celebra y santifica.
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Rilke
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Y esto imposible no es otra cosa que el reparto irremediable de las voces y los goces que jamas pueden cerrar su círculo. En ninguna parte se cierra el círculo, en ninguna parte se concluye, no se suprime la distancia entre el goce de la palabra y la posesión de las cosas y los seres.
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"Ni siquiera es feo, porque no es"

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