El engaño

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Si a alguno le viene en mente enamorarse fuera de tiem-
po, fuera de estación y aún fuera de la justa medida,
yo recomiendo una devota anorexia, devota a sí mis-
mos. Y un poco de tristeza lánguida para llorarse encima.
La gente no ha entendido jamás cuánto el mal puede vol-
verse bien y cómo se pueden aún usar las escorias
para hacer un bello palacio. La fantasía es ésta: las cáscaras
de manzana, los corazones de manzana tirados por Pinocho
pueden comerse más tarde, cando no haya ya nada en la
mesa, ni siquiera la poesía.

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