62 modelo para armar (fragmentísimos)

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.(...) lección de cosas, mostración de cómo una vez más el antes y el después se le destrozaban en las manos, dejándole una fina inútil lluvia de polillas muertas.

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Pero contar, tú lo sabes, será poner orden como quien diseca pájaros.

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(...) y cuando me sienta acorralado al borde de tu nombre inevitable (porque siempre estarás ahí para obligarme a decirlo, para castigarme y vengarte a la vez en mí y por mí), me quedará el recurso de volver a jugar (...)

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(...) el silencio también es traición. Hasta el final pensaré que puedo haberme equivocado, que las evidencias que te manchan contra mí, que me vomitan cada mañana en una vida que ya no quiero, nacen quizá de que no supe encontrar el verdadero orden y de que tú misma no entendiste nunca lo que estaba pasando (...) que simplemente echaste mal las cartas, inventaste un gran juego que te vaticinó lo que no eras, lo que todavía me obstino en querer que no seas. Y si me callara traicionaría, porque las barajas están ahí, como la muñeca en tu armario o la huella de mi cuerpo en tu cama, y yo volveré a echarlas a mi manera, una y otra vez hasta convencerme de una repetición inapelable o encontrarte en la ciudad o en la zona (tus ojos abiertos en esa habitación de la ciudad, tus ojos enormemente abiertos sin mirarme); y callar entonces sería vil, tú y yo sabemos demasiado de algo que no es nosotros y juega estas barajas en las que somos espadas o corazones pero no las manos que las mezclan y las arman, juego vertiginoso del que sólo alcanzamos a conocer la suerte que se teje y desteje a cada lance, la figura que nos antecede o nos sigue, la secuencia con que la mano nos propone al adversario, la batalla de azares excluyentes qe decide las posturas y las renuncias (...) Ah, ceder a esa moviente armazón de redes instantáneas, aceptarse en la baraja, consentir a eso que nos mezcla y nos reparte, que tentación.

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(...) cómo proyecto en ti esta pasiva rutina que me aplasta, cómo espero el castigo que yo misma soy incapaz de inflingirme. Te pongo en las manos un diploma de verdugo, pero tan en secreto que no puedes saberlo mientras amablemente hablamos de golondrinas. No podría mirarme ahora en un espejo, vería un agujero negro, un embudo que se traga el presente con un gorgoteo repugnante. Y no seré capaz de matarme ni de irme, no seré capaz de liberarlo (...)


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(...) su nombre me llegaba como los perfumes que atraen y repelen a la vez, como la tentación de acariciar el lomo de una ranita dorada sabiendo que el dedo va a tocar la esencia misma de la viscosidad. Cómo decirlo a nadie si tú mismo no podrías saber que la mención de tu nombre, el paseo de tu imagen en cualquier recuerdo ajeno me desnuda y me vulnera, me tira en mi misma con ese impudor total que ningún espejo, ningún acto amoroso, ninguna reflexión despiadada pueden dar con tanto encono; que a mi manera te quiero y que ese cariño te condena porque te vuelve mi denunciador, el que por quererme y ser querido me despoja y me desnuda y me hace verme como soy; alguien que tiene miedo y no lo diría jamás, alguien que hace de su miedo la fuerza que la lleva a vivir como vive.

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(...) y que sin embargo todo eso me concernía y te concernía, era nosotros pero como por fuera, una sucesión de enlaces que empezaba vaya a saber cuando (...)



2 comentarios:

  1. Es tremendo leer y releer esto... hace poco lo leí, y me partió la cabeza de una manera adictiva...

    Bien por Usted postearlo, compratirlo, convidarlo.

    Abrazo.

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  2. Árbol del Maxus: tremendo temblor! Innegable el swing; eso es lo que me da muchísimo placer en él. El ritmo, la musiquita. Y se me pega, por un día, dos, tres.

    (y tuve un errorcito de tipeo o no al comienzo: 62 modelo para amar. A veces no está bueno corregir)

    Abrazo!

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