Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaban tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre
él moverá mi boca por última vez.
Este es uno de mis poemas preferidos, Gaby.
ResponderEliminarAlguna vez me lo supe de memoria...Todavía puedo con algunas líneas.
ResponderEliminarSí, creo que tiene un ritmo tan especial, que da ganas de repetirlo en voz alta. Tenerlo siempre fresco en la memoria.
ResponderEliminar