partía, regresaba, nos traía
un párpado entornado, infinitamente lejano
una sonrisa cuajada, perdida
en la hierba de la mañana;
una caracola extraña que nuestra alma
trataba con fervor de descifrar
Nuestro amor era esto; marchaba lentamente
a tientas entre las cosas que nos circundan
a fin de explicar por qué rechazamos la muerte
tan apasionadamente.
Era inútil pretender asirnos a otros talles,
enlazar con pasión otras nucas,
mezclar desesperadamente nuestro hálito
al hálito de otro;
era inútil cerrar los ojos,
nuestro amor era esto....
Nada más que el profundo deseo de hacer un alto en nuestra huida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario