Entonces escribir es el modo de quien tiene la palabra como cebo: la palabra pescando lo que no es palabra. Cuando esa palabra -la entrelinea- muerde el cebo, algo ha sido escrito. Una vez que se pesca la entrelinea, sería posible expulsar con alivio la palabra. Pero ahí se detiene la analogía: la no-palabra al morder el cebo, lo ha incorporado. Lo que salva, entonces, es escribir distraídamente.
Genial. Gracias Gaby por traerla una vez más y gracias a Clarice por haber existido.
ResponderEliminarQué lucidez que tenía, por dio!
Éste es el primer texto que leí de ella. Lo tenía anotado en un cuadernito muy viejo y deshojado.
ResponderEliminarabrazos, querida
¡ a días!